jueves, 26 de julio de 2012

EL SUBMARINO REPUBLICANO C4 Y LOS SELLOS DE CORREOS





En España hoy, a mediados de julio de 2012, se vive una situación económica tan grave que estamos a punto de perder totalmente la soberanía como país. Las ideas para la recuperación simplemente no existen, y nuestra supervivencia está basada en el crédito financiero.

A medio camino entre la anécdota y el ejemplo, me viene a la memoria una de las cosas que la República Española llevó a cabo para obtener ingresos del exterior en plena Guerra Civil, en 1938.

Las ayudas exteriores eran prácticamente nulas, los países democráticos europeos y USA miraban interesadamente para otro lado acogiéndose a su posición de no intervención. La moneda española, la peseta, se encontraba divida en dos, igual que España, la moneda mal llamada nacional y la moneda republicana, esta última totalmente depreciada a causa del desarrollo de la guerra y la consiguiente pérdida continua de soberanía territorial. Era necesario ingresar divisas, moneda extranjera, para pagar las compras de material de guerra y suministros para la población de las zonas aún republicanas.

Independiente de lo anterior, era también vital reforzar las acciones propagandísticas encaminadas a estimular la moral de los combatientes y de la población de las ciudades acosadas por los franquistas.

El bando franquista tenía por costumbre emitir ediciones de sellos de correos en conmemoración de cada victoria significativa conseguida, estos sellos eran adquiridos rápidamente por los filatélicos de todos los países dada su originalidad, circunstancias de emisión y la obligada desaparición de más emisiones una vez la guerra hubiera concluido, en escaso tiempo, días o semanas, quedaban agotados produciendo unos ingresos muy cuantiosos para la arcas fascistas, ingresos que se multiplicaban por medio de revalorizaciones constantes en los mercados filatélicos a los que se atendía puntualmente con solo hacer girar la imprenta o a través de los coleccionistas españoles, la entrada de divisas era fabulosa y se emitían series completas de sellos desde 10 céntimos hasta 15 pesetas de valor facial con ocasión de cualquier acontecimiento bélico relevante favorable a los franquistas.

A principio de 1938 el gobierno republicano se puso en contacto con expertos filatélicos estadounidenses, al objeto de implantar en España un servicio de correos exclusivo de la República, de la colaboración de estos técnicos nació una agencia estatal de correos, con el objetivo principal de poner en circulación dentro del mercado filatélico nuevas emisiones de sellos, que al igual que los emitidos por los franquistas, gozasen de algún valor añadido, propicio para una demanda masiva y revalorización a corto plazo. El problema de la República ya no era la falta de capacidad y de producto filatélico, pero seguía existiendo un gran inconveniente, y no era otro que la ausencia de motivos para editar las series, toda vez que las acciones bélicas se contaban más por derrotas que por victorias.

Nuestras Islas Baleares se encontraban bajo el dominio franquista,  a excepción de la Isla de Menorca que se encontraba en manos republicanas, pero sitiada y bloqueada por mar y aire. Su guarnición militar prácticamente no había entrado en combate, y la población civil se encontraba cada día más desmoralizada a causa de la ausencia de alimentos básicos y falta de correo postal provocadas por el bloqueo, su única fuente de información se limitaba a las noticias  que recibían de las emisiones de la BBC a través de los escasos aparatos de radio con que contaban en la isla.

Son estos dos factores existentes en Menorca, y sobretodo la imperiosa necesidad de divisas, los causantes de una gran idea, pensada y llevada a la práctica por el gobierno republicano.

A falta de acciones bélicas dignas de una emisión de sellos de correos, y para contrarrestar la propaganda franquista que continuamente alardeaba de la eficacia del bloqueo menorquín, se decide poner en marcha una misión, consistente en que un submarino republicano navegue  desde Barcelona hasta Mahón rompiendo el bloqueo y cargado de sacas de correo pendiente de entregar, cartas ordinarias y certificados, todas ellas franqueadas con una nueva edición de sellos denominada “Correo Submarino”, modalidad de correo inédita hasta la fecha en todo el mundo.

Si se conseguía llevar a cabo la misión se conseguían también dos hitos que justificarían la emisión de los nuevos sellos, la ruptura del bloqueo franquista sobre Menorca y el primer sello de la historia de una nueva modalidad de transporte de cartas postales : el Correo Submarino.

Hojilla con sellos de 10 pts
Manos a la obra, se imprimen los sellos y se franquean más de 1000 cartas ficticias, con domicilio inexistente, junto con otras 40 aproximadamente que si eran reales más unos cientos de certificados,  y se designa al submarino C4 como transporte de la carga, incrementada con una gran cantidad de sellos sin usar, todo el cargamento postal queda custodiado por un oficial de correos que viaja a bordo y que será el encargado de certificar su entrega en Mahón. Para dejar constancia y difusión internacional de la misión, el gobierno embarca en el C4 a un corresponsal de prensa de uno de los periódicos norteamericanos de mayor tirada. Decir aquí que la imagen del submarino que figura en los sellos no es la del C4, sino la de dos de las clases A y B (Monturiol y Peral).

El C4 parte de Barcelona al anochecer de 12 de agosto de 1938, bajo el mando de un oficial soviético con nombre español falso, realizando el viaje a Mahón por superficie, la inexistencia en aquellos tiempos del radar y del sonar permitía al submarino no ser detectado en la oscuridad por la aviación italiana ni por los famosos Mosquitos, lanchas torpederas también italianas, eliminando de paso los peligros de una travesía en inmersión a causa del estado no demasiado aceptable que presentaban los submarinos a causa de los deficientes y escasos mantenimientos a que se les sometió desde el principio de la guerra. La mayor velocidad  navegando en superficie permitió la llegada del C4 al puerto de Mahón a primeras horas de la mañana del 13 de agosto, invirtiendo menos de 12 horas en la travesía.

Una vez en Mahón, se pone en marcha la operación especulativa de los sellos, refrendada por una crónica, “demasiado novelada” pero muy efectiva, del corresponsal de prensa norteamericano. El éxito de la operación, tanto a nivel propagandístico como económico, es total.

La República lanzó en una primera emisión sellos de la serie Correo Submarino por un total facial de 750.000 pesetas, que se convirtieron solo en los primeros días y gracias a los mercados filatélicos en más de  20.000.000,00 de pesetas, cantidad de dinero fabulosa en 1938 y además en divisas, principalmente francos franceses y libras esterlinas. El gobierno mejicano, movido a partes iguales por el beneficio esperado y por su adhesión a la causa republicana, compró una gran cantidad de series ingresando el importe en las cuentas abiertas para la ayuda a la República Española. Las innumerables transacciones a pequeñas escala no se pueden cuantificar pero fueron muy cuantiosas, dado que un gran numero de sellos sueltos y series completas fueron entregadas a la tripulación del C4 y a la población menorquina que las quiso comprar, además de los repartidos en Barcelona, todo el mundo los quería, el técnico estadounidense que colaboró en la operación hizo fortuna con la adquisición y posterior venta de los sellos. Las cartas en un principio enviadas con dirección falsa fueron devueltas a su remitente, al gobierno, el cual las puso en circulación en los mercados a un precio todavía más elevado gracias al matasellos del franqueo, vendiéndolas como sobres de gran valor filatélico. A finales de 1938 el valor en mercado de los sellos equivalía a 30 veces su valor facial.

El C4 volvió a su base de Barcelona el 18 de agosto, esta vez con grandes periodos de navegación en inmersión, el tiempo de la travesía se elevó a 22 horas, casi diez días más que en el viaje de ida.

En noviembre de 1938, y para procurar el aumento de valor de los sellos del Correo Submarino se procedió a la inutilización de las planchas de imprenta originales, la inutilización no se ajustó a lo normal, el rallado del valor facial, sino que se ralló la plancha completa.

Hoy en día el valor de estos sellos está establecido por encima de los 800 euros por cada serie de 6 sellos, serie cuyo valor facial total no supera las 40 pesetas republicanas.

Acabada la guerra el C4 paso a formar parte de la armada franquista y así permaneció hasta 1946, año en que se hundió a causa de un accidente ocurrido durante unas maniobras en el que estuvo involucrado el destructor Lepanto. Sus restos se encuentran a 300 metros de profundidad en el Mediterráneo a medio camino entre Barcelona y Mahón.

Los sellos siguen siendo codiciados por filatélicos de todo el mundo.

Benito Sacaluga


Fuentes: Varias publicaciones

lunes, 2 de julio de 2012

REPUBLICANOS, EXILIO Y REAL ACADEMIA ESPAÑOLA




A continuación reproduzco un artículo firmado por Alejandro Torrus, publicado en Público.es y también recogido en el blog de la Asociación Memoria Histórica de Cartagena el pasado uno de julio, nuevas aportaciones en honor a los defensores de la libertad frente al fascismo franquista.

El afán aniquilador del franquismo contra todo lo que pudiese humanizar a los republicanos les llevó a efectuar innumerables actos propagandísticos que se perpetuaron hasta la muerte del dictador. Algunos de ellos atentaron incluso contra la lengua española interviniendo a través de la Real Academia Española de la Lengua.

Según nos recuerda A.Torrus en su artículo, en 1950 se ordenó a la R.A.E. la eliminación del diccionario del término "exilio" junto con todos sus derivados y acepciones, desde aquel día el término dejó de existir y no volvió a aplicarse a los españoles que al final de la guerra tuvieron que refugiarse en el extranjero en evitación de ser ejecutados o encarcelados de por vida. "Los rojos vivirán solamente en la infamia", este era el deseo de Franco, propagado con claridad por el fervoroso falangista José Esteban Vilaró, autor en 1939, su año de la victoria, del libro "El Ocaso de los dioses rojos".

Artículo de A.Torrus.

Año 1939. Con los zapatos rotos, los pantalones sucios hasta las rodillas de una mezcla de estiércol y grasa de coche y vacíos los estómagos, 100.000 exiliados republicanos se hacinan en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer , un punto aislado de la costa mediterránea francesa. En un barracón, un anciano ha organizado un ciclo de conferencias de la historia de España. En mitad de la disertación, un asistente interrumpe al profesor: “Nosotros también somos historia”.
El término exiliado fue eliminado de la RAE en 1950 por la dictadura. La inclusión de estos expatriados en la historia oficial de España tuvo que esperar 40 años. En el año 1950, la dictadura de Franco eliminó la palabra exilio del diccionario de la RAE. El falangista José Esteban Vilaró explicó a la perfección el deseo del régimen de Franco: "Los rojos republicanos vivirán solamente en la infamia. Después, desaparecerán para siempre". Sus deseos, sin embargo, no se cumplieron. Ahora, sus vidas y sobre todo, su proyección cultural están recogidas en "Culturas del exilio español entre las alambradas", (Anthropos), una obra de  Francie Cate-Arries, experta en Estudios Hispánicos de la Universidad William & Mary, en Virginia (Estados Unidos) 
“Cuando llegaron los represaliados españoles a Francia no había nada. Ni siquiera sabían dónde estaban. A su alrededor sólo había alambradas”, cuenta a Público la autora. Inmediatamente, los internos comenzaron a construir barracones y a organizarse en divisiones para realizar las tareas del día a día con el eterno sueño de que de un día Franco caería y podrían regresar a su país.
Los días pasaban y desde España no llegaban buenas noticias. La guerra europea ya había comenzado y en el bando aliado residían todas las esperanzas de los represaliados. No obstante, el sueño de retornar a su país se transformó en la odisea de emigrar a París, primero, y a México, después.
En los campos se continuaron las misiones pedagógicas de la República
“Lo más admirable fue cómo continuaron dentro de las alambradas las misiones pedagógicas de la República. Se instruyeron a los soldados analfabetos, se crearon bibliotecas, se crearon sindicatos de estudiantes universitarios, de profesores… En definitiva, mantuvieron el derecho universal al conocimiento y a la cultura”, explica Cate-Arries.
“Machado, el espíritu del pueblo republicano”
Entre los 550.000 españoles que tuvieron que exiliarse en Francia destacaba la figura de un poeta: Antonio Machado. El autor de Campos de Castilla abandonó España el 27 de enero de 1937. 26 días después, el 22 de febrero, Machado fallecía en la ciudad pirenaica de Colliure. “Cuando se corrió la noticia de la muerte del escritor los represaliados comenzaron a recitar sus poemas espontáneamente y a celebrar homenajes en su memoria. Su valor simbólico facilitó la reconstrucción de las identidades culturales”, apunta Cate-Arries.
Los residentes en los campos de concentración tenían claro el objetivo. Había que mantener la identidad ideológica de la República y reivindicar valores democráticos y la lucha por la justicia social. “Ellos eran los vencidos, pero no se daban por derrotados. Insisten casi obsesivamente en la coherencia ideológica del grupo: justicia, libertad e igualdad”, relata Cate-Arries.


Refugiados españoles en 1939.


Benito Sacaluga



De lectura imprescindible:

El exilio de los marinos republicanos.Victoria Fernandez Diaz. Editado: Universidad de Valencia. ISBN. 978-84-370-7395-8